Conversación conmigo misma mientras me quemo la lengua con el primer sorbo del café que, como es de suponer, ya no me sabe a na'.
¿En qué momento un libro nuevo se convierte en uno usado? Alguno de ustedes podría decir que al arrancarle el plástico que lo envuelve y, tal vez, no estaría del todo equivocado si todos los libros vinieran, en efecto, plastificados, cosa que no es cierta; a lo que habría que añadir aquel contratiempo logístico que contempla la posibilidad de que la librería elegida, previa compra, dé la bendición a sus potenciales clientes para que arranquen, rasguen y desgarren aquella barrera transparente e incómoda (todos los adjetivos que guste insertar aquí posiblemente estén en lo correcto, así que haga el favor de ponerse creativo) y logren acceder a la página 103 de El conde de Montecristo, página que tal vez los convenza más de elegirlo para que los acompañe a casa que las genéricas y comúnmente generosas palabras de la contraportada o que esa primera página que, quizá, no era la invitación adecuada pa' uno. ¿Cuenta como libro usado o de segunda mano aquel libro que nunca fue abierto y